lunes, 31 de mayo de 2010

Nuestra mente: los elementos básicos

Gracias a la mente, todos realizamos un trabajo continuo y maravilloso que, primero almacenado y después procesando innumerables datos, permite la solución de nuestros problemas cotidianos. Este hecho, siempre sorprendente, es lo que denominamos "inteligencia".

AL NACER nos encontramos inmersos en un complejo mundo de colores y de sonidos, de estímulos y de problemas, de imágenes y de personas. Después, poco a poco, comenzamos a conocer ese mundo y logramos distinguir los diversos objetos, expresar nuestras ideas, recordar determinadas reglas, crear otras nuevas y resolver las numerosas labores de la vida cotidiana: todo esto constituye nuestra "actividad cognoscitiva", es decir, aquellas funciones necesarias para conocer y afrontar el mundo, con los problemas que éste plantea. El pensamiento también forma parte de dichas funciones.

Qué  es el pensamiento
Para el psicólogo el "pensamiento" es una actividad mental que se presenta de muchas formas: del razonamiento a hacer planes para el futuro y a la imaginación. Es muy difícil establecer cuáles son los límites que separan una forma de otra.

El razonamiento. Muy frecuentemente nos hallamos en circunstancias de concentrar nuestra mente el alguna cosa precisa. En casos especiales, sucede cuando hacemos un razonamiento: éste se inicia con un problema específico y continúa hasta que ideamos alguna solución.
     En este tipo de situaciones existe la tendencia a experimentar una especie de tensión (a veces placentera, a veces no tanto), una curiosidad que tiende a probar, a buscar, a preguntar y a preguntarse. En el razonamiento que conduce a solucionar un problema ponemos a prueba varias ideas y, por lo general, cuánto más numerosas son estas, más probabilidades hay de alcanzar un resultado "que funcione".
     A este respecto, los trabajos del psicólogo estadounidense Joy Paul Guilford son particularmente interesantes. Él distingue dos tipos de pensamiento:
a
     1. El pensamiento convergente
     2. El pensamiento divergente
 a
 El primero es "cerrado", es decir, implica la restricción de las posibilidades y la producción de una única respuesta a problemas taes como "Alto es a bajo como largo es a...", o como " Diga cuál es el quinto número de la serie 2, 4, 8, 16". Este tipo de problemas es el más abundante en las llamadas "pruebas de inteligencia".

El pensamiento divergente, a su vez, es "abierto" porque requiere la producción del mayor número de respuestas a problemas del tipo de: "Diga todas las maneras en que se puede usar una hoja de papel" o de: "Escriba el mayor número posible de palabras que empiecen con la letra b".
Según Guilford, el pensamiento divergente constituye un importante factor de la creatividad; muchas veces el pensamiento divergente se halla en la raíz de una forma brillante y original de resolver problemas.

 
La imaginación. Una característica muy importante del pensamiento divergente es su desvinculación de patrones preestablecidos: la libertad, que permite a las ideas fluir. Otro tipo de pensamiento "libre" lo hallamos en la imaginación, pues es independiente del pensamiento común y acostumbrado.
Imaginar significa concebir nuevas posibilidades: ideamos la trama de una novela, planeamos pasar junto al mar nuestras vacaciones, dibujamos un garabato o una obra de arte, o bien, tenemos la idea de modificar un viejo hábito; en todo caso antes de emprender cualquiera de tales actividades creamos una imagen de lo que pretendemos hacer.
     En el razonamiento, el número de soluciones a un problema es limitado; en cambio, en la imaginación se tiene mayor libertad para elaborar el material. Cabe aclarar que la imaginación no se produce de la nada, no es una especie de conjuro mágico, sino un modo de reorganizar en forma original el material ya existente en el individuo como parte de su experiencia; así se podrán forjar expectativas totalmente diferentes de las otras, que aparezcan como profundamente originales y personales.

La fantasía. Yendo aún más allá, por el camino de la imaginación, llegamos a la fantasía o al soñar despiertos, que admite rebasar los límites de la realidad y del control consciente dejando que el pensamiento vague con entera libertad. Casi siempre la fantasía nace del sentimiento de insatisfacción ante el estado en que se hallan las cosas y del deseo de cambiarlas, aunque sea sólo en el pensamiento: en este caso, la imaginación adquiere el significado de evasión y de compensación.
El tipo de imaginación visto anteriormente lleva, con frecuencia, a la acción, mientras que la fantasía solamente se produce por el simple gusto de vivirla y puede no tener otra consecuencia que la satisfacción personal.
     Un género muy común del "soñar despiertos" se relaciona con cosas difícilmente alcanzables en la realidad. Estas actividades pueden resultar ser más importantes de lo que parecen. Las personas que no han desarrollado su fantasía pueden ser presa fácil de los excesos alimentarios, de la violencia y de las drogas. Evidentemente, quien no logra servirse de la fantasía para enriquecer su propia experiencia o para encontrar salidas válidas a comportamientos inaceptables corre el riesgo de sufrir trastornos que pueden llegar a ser graves.
La fantasía y el acto de soñar despiertos, lejos de ser cosas intrascendentes y vanas, pueden convertirse en actividades que fundamenten nuestra serenidad y nuestra razón de ser.

Los elementos básicos y los procesos del pensamiento
Nuestra actividad cognoscitivo se caracteriza por algunos procesos que, a su vez, están constituidos por unidades o elementos básicos; éstos últimos son las estructuras mentales del de la vida cognoscitiva y comprenden el esquema, la imagen, el símbolo, el lenguaje, el concepto y la regla.
Por su parte, los procesos son métodos en los que se utilizan los elementos básicos en una actividad mental compleja y según ciertas reglas. Éstas abarcan la comprensión del problema, el aprendizaje, la memoria, la formulación de la hipótesis y su evaluación, y la ejecución del método más adecuado.

Esquemas e imágenes
La unidad de pensamiento más simple es el "esquema", que puede definirse como la representación mental de las características esenciales de un objeto o de un hecho. Por ejemplo, un rostro tiene algunos elementos básicos que están dispuestos de un modo determinado, y aunque se nos presente dibujado en forma escueta (lo que se dice "esquemática") podemos reconocerlo de inmediato; esto es lo que nos sucede con la caricatura de un personaje.
Otro ejemplo, puede ser el mapa mental que tenemos de una determinada ciudad visitada anteriormente, el cual nos permitirá orientarnos si llegásemos a regresar a ella.
     A su vez, la "imagen" es la representación mental detallada de un objeto o de un hecho; por tanto, es más rica que el esquema, aunque de éste se derive: es el recuerdo muy vívido del rostro de un amigo, el cuadro mental de la calle bien conocida que nos lleva al sitio de trabajo o a casa, o a la idea exacta del procedimiento para hacer la mermelada de zarzamora. La construcción de una imagen precisa, a partir de simples esquemas, requiere un trabajo mental bastante complejo; sin embargo, se ha demostrado que aun el recién nacido está en posibilidad de alcanzar ese resultado. Andrew Meltzoff demostró que los bebés de dos semanas (y algunos de apenas una hora de nacidos) pueden ya imitar a un adulto que abre la boca, frunce los labios y saca la lengua, lo que es un ejemplo sorprendente de imitación y de memoria, posible gracias a algún tipo de representación mental de un hecho.

La imagen eidética. Todos somos capaces de ver una escena mientras está frente a nuestros ojos. En cambio, pocos niños y aún menos adultos pueden mantener en la mente por mucho tiempo la imagen detallada de una escena que ya no está ahí, a la vista. Esta característica se conoce como "imagen eidética" o en términos menos científicos, "memoria fotográfica" (aunque, al parecer, para nada intervienen la memoria en este caso), y podemos decir que un individuo la posee si, después de haber mirado una figura por algunos segundos, afirma que la puede seguir viendo claramente, al punto de poder describirla como si aún la tuviese ante los ojos.

Los símbolos
Mientras que en el esquema y en la imagen tenemos una copia más o menos perfecta de un objeto o de un hecho, en el símbolo el objeto o el hecho están representados en forma aarbitraria, es decir, con base en una especie de acuerdo según el cual "esto representa aquello": "la paloma representa la paz".
     Otro ejemplo lo constituyen las letras del alfabeto,Cada una de las cuales es el símbolo gráfico de un determinado sonido: en la forma de la Z no hay nada que pueda sugerir un zumbido, y sin embargo en los textos de las historietas “ZZZZZ” representa el vuelo de una abeja o también un personaje que está profundamente dormido. Los números, las letras dispuestas de una cierta manera para formar las palabras, las figuras que se utilizan en los señalamientos viales y en muchas otras indicaciones, las notas musicales y las gráficas de un libro son, todos, ejemplos de símbolos.
     La capacidad de pensar por medio de símbolos se manifiesta durante el segundo año de vida y después aumenta rápidamente. Ya que el lenguaje, está dado por un conjunto de símbolos, los niños deben tener la capacidad de usar primero los símbolos para poder usar después el lenguaje.

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