sábado, 12 de junio de 2010

Lenguaje y cognición

LA COMUNICACIÓN para las interacciones sociales constituye, por su puesto, una función primordial del lenguaje, pero es patente también que el lenguaje está estrechamente vinculado con funciones cognoscitivas tales como el pensamiento, la formación de conceptos, la rememoración y la solución de problemas.
     No quiere esto decir que los procesos cognoscitivos dependan del lenguaje, ya que la relación entre lenguaje y pensamiento es compleja y es tema de controversia. Como hemos visto, las aptitudes lingüísticas de los niños aumentan entre la infancia y la edad de 4 años; al mismo tiempo, las actitudes cognoscitivas se incrementan considerablemente. Sin embargo, no podemos inferir lógicamente de esta correlación que todos los avances cognoscitivos sean resultado de un mejoramiento de la aptitud lingüística.
     Piaget y sus seguidores suponen que el desarrollo del lenguaje es parte del desarrollo cognoscitivo, y que refleja más que determina los niveles de logro cognoscitivo. Señalan que el pensamiento, en forma de inteligencia sensorimotriz comienza a desarrollarse antes que el lenguaje.
     Las primerísimas expresiones de los niños expresan su nivel del pensamiento y sus maneras de percibir a otros y a su ambiente, así como de interactuar con ellos. La comprensión y el uso de estructuras lingüísticas complejas y/o relacionadas semánticas probablemente dependen más del logro de determinadas capacidades cognoscitivas, que lo que éstas dependen del lenguaje.
     Flavell está de acuerdo en que “… el desarrollo lingüístico es, en buena parte, el aprender a expresar, en lengua materna lo que ya sabe uno… Por ejemplo, los niños de 12-24 meses de edad pueden ordenar y agrupar (categorizar) inteligentemente objetos… con fundamento en las diversas relaciones funcionales y físicas que se dan entre los objetos, aun cuando no son capaces de nombrara a la mayoría de estas categorías y relaciones”
      En pocas palabras, muchas autoridades sostienen que la cognición dirige el desarrollo del lenguaje, en vez de lo contrario. Al parecer, el entrenamiento en materia del lenguaje “no influye en el desarrollo intelectual de manera directa, general o decisiva”.
     Algunos teóricos rusos sostienen otra opinión más, y afirman que: “en su desarrollo, el pensamiento y el habla tienen raíces diferente”. Según Luria, “en las primeras etapas, el habla es tan solo un medio de comunicación con adultos y otros niños. Subsiguientemente se convierte también en un medio con el cual organiza sus experiencias y regula sus propias acciones. De modo que la actividad del niño no se ve mediada por palabras”. Cuando el niño pasa del lenguaje manifiesto al lenguaje encubierto, “subvocal”, el pensamiento se libera más del lenguaje; al menos, se libera de respuestas verbales manifiestas.

Mediación verbal
Una vez que el niño ha aprendido a emplear palabras eficiente y flexiblemente para instruirse a sí mismo, éstas se convierten en mediadores de la acción. Las respuestas mediadas son respuestas internas que aparecen entre los estímulos y las respuestas patentes. La respuesta encubierta, que puede ser una palabra o “etiqueta”, actúa luego como estímulo para alguna reacción manifiesta. Por ejemplo, una vez que el niño ha aprendido a poner la etiqueta caramelo (mediador verbal) a algunos estímulos, tiende a comportarse de maneras previsibles ante todas las cosas a las que se ponga esa etiqueta: lo tomará alegremente y se lo llevará a la boca.
La mediación verbal puede facilitar grandemente el aprendizaje, la rememoración y la solución de problemas.

Lenguaje, memoria y solución de problemas
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La memoria es el procesamiento, el almacenamiento y la recuperación de información, y el lenguaje puede auxiliar en todas estas actividades.
     El repaso verbal es una manera efectiva y comúnmente empleada de incrementar la memoria y es una estrategia que los niños pueden aprender fácilmente. En un experimento sobre la memoria, se presentó a unos niños de primer grado de primaria una serie de ilustraciones en las que veían objetos, en las que veían objetos como un vaso, una cuchara y un martillo; el experimentador fue señalando lentamente, uno tras otro de dichos objetos varias veces. Más tarde se les presento a los niños un grupo más grande de ilustraciones y se les pidió que escogieran a las que el experimentador había señalado. Los que espontáneamente habían puesto nombres a los objetos de estímulo y habían repasado dichos nombres mostraron un recuerdo relativamente bueno, pero los que no hicieron el repaso mostraron más dificultad para recordar los estímulos.
     Estos estudios demuestran que el poner nombres y repasarlos, a menudo facilita la memoria, pero no que el poner nombres sea necesario para recordar acontecimientos.
A menudo, es más fácil resolver problemas complejos si se utilizan mediadores verbales para nombrar partes componentes o para guiar la acción, o bien, ambas cosas a la vez. En un estudio ruso, se mostraron a los niños fotografías de alas de mariposas y se les dijo que las aparearan con las ilustraciones semejantes que se les mostraban en un exhibidor grande. Los niños sintieron al principio que esta tarea era difícil y desconcertante, porque les costaba trabajo separar los dibujos de los colores de las alas. A un grupo experimental se les enseñaron luego los nombre ( de las manchas y de las franjas) que describían a las diversas formas, mientras que a los de un grupo de control no se les dieron los nombres. Después de aprenderse éstos nombres, los del grupo experimental hicieron más exactas apareamientos que antes de este aprendizaje. Incluso los niños más pequeños del grupo experimental ejecutaron mejor la tarea que los niños mayores del grupo de control. Evidentemente, el poner nombres a estímulos les proporcionó alguna distintividad que facilitó la tarea de aparearlos.
Para algunos niños, otras clases de mediadores – imágenes, representaciones pictóricas o símbolos no verbales – pueden cumplir los fines que las palabras cumplen para los niños que pueden hablar. Los niños sordos muestran por lo general deficiencias de lenguaje, y sin embargo ejecutan muchas tareas cognoscitivas y resuelven problemas tan bien como los niños de oído sano.

“Siendo como somos, criaturas versátiles, al negársenos el habla, nos valemos de otros medios simbólicos”.

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